ANATOMIA Y FISIOLOGIA DE LA GLANDULA MAMARIA
La glándula mamaria es de origen ectodérmico y constituye la
característica fundamental de los mamíferos, quienes alimentan a sus crías con
el producto de su secreción, la leche. Una lactancia adecuada es esencial para completar el proceso de la
reproducción y la supervivencia de la especie. En general la leche de una
especie no permite asegurar la supervivencia de las crías de otra especie.
En la mujer, la glándula mamaria se encuentra en la
estructura anatómica denominada mama. La histología de la glándula mamaria es
prácticamente la misma en todas las especies: un parénquima glandular,
compuesto de alvéolos y ductos, y un estroma de soporte. Cada célula alveolar
se comporta como una unidad de secreción, produciendo leche completa,
sintetizando y transportando desde el plasma sanguíneo las proteínas, grasas,
hidratos de carbono, sales minerales, anticuerpos y el agua, que son los principales
constituyentes de la leche. El proceso de síntesis y de secreción es similar en
todas las especies. La composición química de la leche y la disposición
anatómica del sistema de almacenamiento de la leche en la glándula mamaria
varía en las diversas especies.
1. Anatomía de la Mama
Las glándulas mamarias están presentes en ambos sexos, las mamas están situadas en la parte anterior del tórax y
pueden extenderse en medida variable por su cara lateral. Su forma varía según
características personales, genéticas y en la misma mujer de acuerdo a la edad
y paridad. La mayor parte de la masa de la mama está constituida por tejido
glandular y adiposo. Durante el embarazo y la lactancia el tamaño de la mama
aumenta debido al crecimiento del tejido glandular.
La base de la glándula mamaria se extiende, en la mayoría de
los casos, desde la segunda hasta la sexta costilla, desde el borde externo del
esternón hasta la línea axilar media. El área superexterna de cada glándula se
extiende hacia la axila y se denomina “prolongación axilar”. La cara profunda
de la mama es ligeramente cóncava y se encuentra en relación con el músculo
pectoral mayor, el serrato anterior y la parte superior del oblicuo externo del
abdomen. La mama está separada de estos músculos por la aponeurosis profunda.
Entre ambas hay un tejido areolar laxo denominado espacio retromamario, éste
permite que la mama tenga cierta movilidad sobre la aponeurosis profunda que
cubre al plano muscular.
La cara superficial de la mama está cubierta por piel.
Aproximadamente en el centro de esta cara se encuentra el pezón que está en
relación al cuarto espacio intercostal en la nulípara. La base del pezón está
rodeada por una zona de piel híper pigmentada, de 2.5 cm. denominada areola. El
pezón contiene numerosas fibras musculares lisas, en su mayoría de tipo
circular, las que se contraen al estimularlo mecánicamente, originando la
erección del pezón. La areola posee numerosas glándulas sebáceas, entre ellas es
posible reconocer algunas que durante el embarazo y la lactancia determinan
levantamientos de la piel de la areola, denominadas glándulas de Montgomery,
éstas contiene estructuras histológicas similares a la parte glandular d la
mama y producen una secreción grasa que lubrica el pezón y la areola. Bajo la
areola se ubican las dilataciones de los conductos galactóforos llamadas senos
lactíferos, que acumulan leche y el niño debe exprimir al mamar.
Estructura de la glándula mamaria
La glándula mamaria está formada por tres tipos de tejidos:
glandular de tipo túbulo-alveolar, conjuntivo que conecta los lóbulos, y
adiposo que ocupa los espacios ínter lobulares. El tejido celular subcutáneo
rodea la glándula sin que exista una cápsula claramente definida, desde éste se
dirigen hacia el interior numerosos tabiques de tejido conectivo. Estos
tabiques constituyen los ligamentos suspensorios de la mama o ligamentos de
Cooper.
Un conjunto de quince a veinte lóbulos mamarios conforman la
glándula mamaria, cada uno con su aparato excretor, que se abre en el pezón por
medio de un conducto lactífero. Los lóbulos mamarios están constituidos por
numerosos lobulillos que se encuentran unidos entre sí por tejido conectivo,
vasos sanguíneos y por su sistema excretor, los conductos lactíferos.
Los lobulillos están formados por diez a cien acinos, cada
cual con su conducto excretor denominado conducto terminal. Los acinos están
estructurados por un conjunto de células secretoras que producen la secreción
láctea y conforman una cavidad a la cual vierten esta secreción, están rodeados
de células mioepiteliales y capilares sanguíneos de singular importancia en el
proceso de secreción y eyección de la leche.
El sistema de conductos lactíferos que vacía la glándula
mamaria es el siguiente: el acino se vacía a través de un conducto terminal, el
cual converge con sus congéneres para formar el conducto lobulillar, que recoge
la secreción láctea de todos los acinos de un lobulillo. Los conductos
lobulillares se reúnen para formar el conducto interlobulillar, que al unirse
con otros conductos de éste tipo, forma el conducto lobular o segmentario, de
mayor calibre que los anteriores, que se dirige al pezón y antes de llegar a
él, bajo la areola mamaria, se dilata formando el seno lactífero, el que se
angosta nuevamente al desembocar en el pezón.
Los conductos están revestidos por epitelio cuboides o
cilíndrico. Por fiera de este epitelio, entre él y la membrana basal, existe
una capa de células mioepiteliales muy ramificadas, que envuelven a los
conductos y acinos. En los conductos de mayor tamaño el epitelio consta de dos
o más capas de células que cerca del orificio externo del pezón se transforman
en epitelio plano estratificado.
La estructura de la glándula mamaria varía con la edad y es
influenciada por el embarazo y la lactancia. Antes de la pubertad, la mama
posee unos pocos conductos rudimentarios cubiertos en su interior epitelio
plano y envuelto en tejido conectivo. Después de la pubertad, debido a la
influencia de las hormonas ováricas, especialmente los estrógenos, los
conductos se comienzan a ramificar y en sus extremos se forman pequeñas masas
sólidas, esféricas, de células poliédricas, que constituirán los alvéolos.
Durante el estado de reposo, el epitelio glandular está separado del estroma
vascularizado vecino por una fina zona de fibroblastos, a través de los cuales
no penetran vasos. Esta unión epitelio-estroma, posiblemente, ejerce un control
sobre el paso de sustancias a las células secretoras. Los alvéolos activos sólo
aparecen durante el embarazo, período en el cual, los conductos se ramifican y
en su parte terminal se forma un lumen que aumenta de tamaño a medida que se va
cargando de secreción.
Simultáneamente aumenta la cantidad de tejido adiposo y la
irrigación de la mama. En las últimas semanas del embarazo la secreción
adquiere características especiales y se denomina calostro. Algunos días
después del parto aparece la verdadera secreción láctea, la que distiende los
alvéolos que en ese momento están tapizados por una sola capa de células
cilíndricas bajas. A medida que aumenta la cantidad de secreción, las células
se aplanan, desapareciendo los espacios intercelulares o desmosomas. Durante el
período de secreción el citoplasma de las células es basófilo, al microscopio
electrónico se observan mitocondrias, lisosomas y ribosomas libres. Encima del
núcleo, que se sitúa en la parte más basal de la célula, está el aparato de
Golgi al que acompañan grandes vacuolas proteicas y lipídicas.
Después de la menopausia la glándula mamaria se atrofia y
los elementos celulares de los alvéolos y conductos degeneran, y disminuyen en
número.
Trastornos de las mamas
Los trastornos de las mamas se dividen en no cancerosos
(benignos) o cancerosos (malignos). Los trastornos benignos son los siguientes:
dolor, quistes, enfermedad fibroquística, fibroadenomas, secreción por el pezón
e infección. Los trastornos malignos incluyen varios tipos de cáncer de mama y
la enfermedad de Paget del pezón. Por
último, el cistosarcoma filoides puede ser tanto maligno como benigno.
Dolor mamario
El dolor mamario (mastalgia) o dolorimiento durante o justo
antes de la menstruación es probablemente debido a los cambios hormonales que
desencadenan la menstruación. En la mayoría de los casos el dolor mamario no es
un síntoma de cáncer. En ocasiones, los quistes mamarios pueden provocar dolor.
Se sospecha que ciertas sustancias presentes en alimentos o bebidas (las
metilxantinas del café) pueden causar dolor mamario, pero si se evita el
consumo de estas sustancias no parece reducir el dolor.
En la mayoría de las mujeres, el dolor no es intenso y
desaparece por sí solo con el paso de los meses o los años. El dolor intenso es
poco frecuente y puede tratarse con fármacos. El danazol, una hormona sintética
de muy baja potencia y que está relacionada con la testosterona, y el
tamoxifeno, un fármaco que bloquea la acción de los estrógenos, pueden aliviar
el dolor mamario intenso.
Quistes
Los quistes son bolsas llenas de líquido que se desarrollan
en la mama y que pueden palparse con facilidad.
La causa de los quistes mamarios se desconoce, a pesar de
que pueden estar en relación con las lesiones. Cuando los quistes provocan
dolor, éste se puede aliviar drenando el líquido que contengan con una aguja
delgada. El médico observa el color y la cantidad del líquido y lo envía a un
laboratorio para examinarlo al microscopio; así mismo, comprueba si el quiste
desaparece una vez que se ha vaciado. Si el contenido es sanguinolento, es de
color marrón o turbio o el quiste reaparece antes de 12 semanas después del
drenaje, se extirpa quirúrgicamente en su totalidad porque, aunque
excepcionalmente, cabe la posibilidad de que se desarrolle un cáncer en la
pared del quiste.
Enfermedad fibroquística de las mamas
La enfermedad fibroquística es un trastorno frecuente en el
que simultáneamente aparecen dolor mamario, quistes y bultos benignos.
No se trata de una verdadera enfermedad; de hecho, la
mayoría de las mujeres tiene bultos en las mamas, en general en la parte
superior externa. Al igual que el dolor mamario y los quistes, los bultos
benignos son muy frecuentes. La mayoría de las mujeres con quistes mamarios no
tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama. Puede que lo máximo que
estas mujeres precisen sea el tratamiento de los quistes.
Fibromas mamarios
Los tumores fibrosos mamarios (fibroadenomas) son bultos pequeños,
benignos, de consistencia sólida y están compuestos de tejido fibroso y
glandular.
Estos tumores, que suelen aparecer en las mujeres jóvenes,
con frecuencia en las adolescentes, son móviles, tienen bordes claramente
definidos que pueden palparse mediante la autoexploración y se parecen a
canicas pequeñas y escurridizas. Su consistencia gomosa es debido al colágeno
que contienen (una fuerte y fibrosa proteína que se encuentra en los
cartílagos, huesos, tendones y piel).
En general, estos bultos pueden extirparse quirúrgicamente
sólo con anestesia local, pero recidivan con frecuencia. Después de la
extirpación de varios tumores y de comprobar que son benignos, la mujer y su
médico pueden decidir dejar de extirpar otros que puedan aparecer de nuevo.
Otras clases de masas sólidas mamarias benignas son el
endurecimiento del tejido glandular (adenosis esclerosante) y tejido
cicatricial que reemplaza al tejido adiposo lesionado (necrosis grasa). El
diagnóstico requiere la toma de muestras de tejido (biopsia) y su posterior
examen.
Secreción por el pezón
El hecho de que salga secreción por el pezón no es
necesariamente algo anormal, incluso en las mujeres posmenopáusicas. Menos del
10 por ciento de las mujeres con este trastorno tiene un cáncer. De todas
formas, cualquier secreción por el pezón debería ser valorada por un médico.
Una secreción sanguinolenta casi siempre está causada por un
tumor benigno en el conducto mamario (papiloma intraductal). Algunos pueden
palparse, mientras que otros pueden detectarse mediante una mamografía. Si una
mujer está preocupada por la secreción, generalmente el médico puede extirpar
el bulto en la consulta con anestesia local. Por otro lado, una secreción
lechosa (galactorrea) en una mujer que no acaba de dar a luz suele indicar un
problema hormonal.
Infecciones de la mama y abscesos
Las infecciones mamarias (mastitis) son poco frecuentes,
excepto en períodos próximos al alumbramiento o tras una lesión. En ocasiones,
el cáncer de mama produce unos síntomas similares a los de una infección
mamaria.
Una mama infectada tiene un aspecto rojizo e hinchado, es
dolorosa al tacto y se nota caliente. El tratamiento adecuado es la
administración de antibióticos.
Un absceso mamario, que es más raro, es una acumulación de
pus en la mama y puede aparecer cuando una infección mamaria no recibe
tratamiento. Se trata con antibióticos y, en general, se drena quirúrgicamente.
Las cinco D relacionadas con los pezones
1- Descarga (secreción)
2- Depresión o invención.
3- Decoloración
4- Dermatología, cambios.
5-Desviación
Cáncer de mama
El cáncer de mama se clasifica según la clase de tejido en
el que comienza y también según su extensión. El cáncer se origina en las
glándulas mamarias, los conductos mamarios, el tejido adiposo o el tejido
conjuntivo. Los distintos tipos de cáncer de mama avanzan de forma diferente y
las generalizaciones acerca de ciertas variedades en particular se basan en
similitudes en cuanto a cómo son descubiertos, cómo avanzan y cómo se tratan.
Algunos crecen de forma muy lenta y se extienden hacia otras partes del cuerpo
(dan lugar a metástasis) sólo después de haber crecido mucho; otros son más
agresivos y crecen y se extienden con rapidez. Sin embargo, el desarrollo de
una misma clase de cáncer puede ser diferente entre una mujer y otra. Sólo el
médico que ha examinado a una mujer y ha estudiado su historial médico está
capacitado para abordar aspectos específicos del cáncer de mama que atañen a
dicha mujer.
El carcinoma in situ, que significa cáncer localizado, es un
cáncer precoz que no ha invadido ni se ha extendido más allá de su punto de
origen. El carcinoma in situ representa más del 15 por ciento del total de lo Alrededor
del 90 por ciento de todos los cánceres de mama se inician en los conductos
mamarios o en las glándulas mamarias. El carcinoma ductal in situ comienza en
las paredes de los conductos mamarios y puede aparecer antes o después de la
menopausia. Esta clase de cáncer, ocasionalmente, puede notarse como un bulto y
en las mamografías pueden observarse diminutas partículas de calcio en su
interior (microcalcificaciones). A menudo el carcinoma ductal in situ se
detecta mediante una mamografía antes de que sea lo bastante grande como para
ser palpado. En general, se limita a un área bien delimitada de la mama y puede
extirparse por completo mediante una intervención quirúrgica. Si sólo se
extirpa el carcinoma in situ, alrededor del 25 al 35 por ciento de las mujeres
desarrolla un cáncer invasivo, en general en la misma mama.
El carcinoma lobular in situ, que se origina en las
glándulas mamarias, habitualmente se desarrolla antes de la menopausia. Esta
clase de cáncer, que no puede palparse ni verse en las mamografías, con
frecuencia se detecta al practicar una mamografía con motivo de un bulto u otra
alteración distinta al carcinoma lobular in situ. Entre el 25 y el 30 por
ciento de las mujeres que lo tienen desarrolla cáncer de mama invasivo (a veces
después de un período de tiempo tan largo como 40 años) en la misma mama, en la
otra o en ambas.
Los cánceres de mama invasivos, que pueden extenderse y
destruir otros tejidos, pueden ser localizados (confinados en la mama) o
metastásicos (que se han extendido hacia otras partes del cuerpo). Alrededor
del 80 por ciento de los cánceres de mama invasivos son ductales y alrededor
del 10 por ciento lobulares; el pronóstico para ambos cánceres es similar.
Otras variedades de cáncer menos frecuentes, como el carcinoma medular y el
tubular (que se inician en las glándulas mamarias), tienen un pronóstico algo
mejor.
Factores de riesgo
Parte del temor acerca del cáncer de mama se basa en la mala
información y los malentendidos con respecto a sus riesgos. Por ejemplo, la
frase que afirma: "Una de cada ocho mujeres tendrán cáncer de mama"
induce a confusión, ya que es una cifra estimativa que se calcula en mujeres
desde su nacimiento hasta los 95 años de edad o incluso más, lo que significa
que, en teoría, una de cada ocho mujeres que vivan hasta los 95 años tendrán
cáncer de mama. Sin embargo, el riesgo es mucho menor en las más jóvenes. Una
mujer de 40 años tiene una posibilidad entre 1 200 de desarrollar la enfermedad
al año siguiente. Incluso este dato debería situarse en su contexto adecuado,
porque incluye a todas las mujeres y, aunque en algunas el riesgo sea mayor, en
la mayoría el riesgo es incluso menor.s cánceres de mama diagnosticados en
algunos países.
Síntomas
En general, el dolor de mama sin que exista un bulto no es
un signo de cáncer, a pesar de que alrededor del 10 por ciento de las mujeres
que padecen este cáncer sienten dolor sin que se palpe ninguna masa.
Al principio, una mujer que tiene cáncer de mama no suele
presentar síntomas. Habitualmente, el primer síntoma es un bulto que, con
frecuencia, se nota diferente al tacto del tejido mamario que lo rodea. En más
del 80 por ciento de los casos de cáncer de mama, la mujer descubre el bulto por
sí sola. Los bultos dispersos, sobre todo los que aparecen en la zona superior
y externa de la mama, por lo general, no son cancerosos. En cambio, un
engrosamiento duro, que se diferencia del resto, y que se nota sólo en una de
las mamas, puede ser un signo de cáncer.
En sus primeras fases, el bulto puede desplazarse libremente
bajo la piel cuando se hace mover con los dedos. En fases más avanzadas, el
bulto habitualmente se adhiere a la pared torácica o a la piel que lo recubre.
En estos casos, el bulto no se puede desplazar en absoluto, o bien no puede
moverse separadamente de la piel que lo recubre. El cáncer avanzado se
caracteriza por la aparición de grandes protuberancias o úlceras que supuran.
En ciertos casos, la piel que recubre el bulto presenta hoyuelos y tiene la
consistencia del cuero, aunque no se modifique su color: es la denominada piel
de naranja.
En el cáncer de mama inflamatorio, una clase de cáncer
particularmente grave aunque poco frecuente, la mama parece estar infectada:
está caliente, roja e inflamada. A menudo no puede palparse ningún bulto en la
mama.
Diagnóstico
Cuando se localiza un bulto que puede ser canceroso, se
realiza una biopsia, ya sea extrayendo algunas células aspirándolas con una
aguja (biopsia por aspiración), obteniendo una pequeña porción de tejido
(biopsia por incisión) o extirpando la totalidad del bulto (biopsia por
exéresis). La mayoría de las mujeres no necesitan ser hospitalizadas y, por lo
general, sólo se precisa anestesia local.
Si se detectan células cancerosas, se realizan más pruebas,
porque el tratamiento depende de las características del cáncer. Una de las
pruebas determina si el cáncer tiene receptores estrogénicos o de progesterona.
Es importante conocer este hecho, ya que el cáncer con receptores estrogénicos
crece más lentamente que el que no los tiene, y puede ser eficaz tratarlo con
fármacos que bloqueen la acción de estas hormonas. Esta clase de cáncer es más
frecuente entre las mujeres posmeopáusicas que en las más jóvenes.
Un patólogo examina las muestras de la biopsia al
microscopio para determinar la capacidad del cáncer de extenderse con rapidez.
Los cánceres constituidos por células más primitivas (no diferenciadas) o los
que presentan un gran número de células dividiéndose suelen ser más graves.
Teniendo presentes las características del cáncer, se
realiza una exploración exhaustiva para determinar si se ha extendido hacia los
ganglios linfáticos, la piel, el hígado o cualquier otra parte del cuerpo. Si
los ganglios linfáticos de la axila o de la parte superior de la clavícula
están pegados entre sí o adheridos a la piel, es probable que el tumor no se
pueda extirpar del todo quirúrgicamente. Es necesario realizar radiografías del
tórax en busca de cáncer en los pulmones, y se practican análisis de sangre
para evaluar la función hepática y determinar si la enfermedad se ha extendido.
Si el tumor es grande o los ganglios linfáticos son más grandes de lo normal,
se pueden realizar unas radiografías de los huesos de todo el cuerpo
(radiografía ósea seriada). Estas pruebas son útiles también para compararlas
con las que se realicen más adelante en el transcurso de la enfermedad.
En general, el tratamiento se inicia después de valorar el
estado de la enfermedad en cada caso, aproximadamente una semana o más después
de la biopsia. El tratamiento es complejo debido a que las distintas clases de
cáncer de mama difieren en gran medida en sus índices de crecimiento, tendencia
a extenderse (metástasis) y la respuesta al tratamiento. Éste incluye cirugía,
radioterapia, quimioterapia y fármacos que bloquean la acción de las hormonas.
La radioterapia destruye las células cancerosas en el punto en el que se ha
extraído el tumor y la zona circundante, incluyendo los ganglios linfáticos
cercanos. La quimioterapia (combinaciones de fármacos que destruyen rápidamente
las células que se multiplican o evitan su multiplicación) y los fármacos que
bloquean la acción de las hormonas (que interfieren la acción de las hormonas
que estimulan el crecimiento de las células cancerosas) detienen el crecimiento
de las células cancerosas en cualquier punto del organismo. Con frecuencia, la
mujer recibe una combinación de estos tratamientos.
tratamiento del cáncer de mama localizado
Para los cánceres que parecen confinados a la mama
(localizados), el tratamiento es casi siempre quirúrgico y se realiza poco
después del diagnóstico, con el fin extirpar la mayor cantidad posible de
tumor. Existen varias opciones quirúrgicas, pero la decisión principal atañe a
si se debe extirpar la totalidad de la mama (mastectomía) o sólo el tumor y un
área de tejido normal circundante (cirugía conservadora de la mama).
La cirugía conservadora de la mama, que deja la mayor
cantidad posible de mama intacta, puede consistir en extirpar el tumor junto a
una mínima cantidad de tejido circundante normal (lumpectomía), extirpar el
tumor con un poco más de tejido normal circundante (escisión amplia o
mastectomía parcial) o extirpar un cuarto de la mama (cuadrantectomía). La
extirpación del tumor y cierta parte del tejido normal representa la mejor
posibilidad de evitar que el cáncer recidive. Los índices de supervivencia de
las mujeres a las que se les ha extirpado la totalidad de la mama y de las
sometidas a una cirugía conservadora de la mama más radioterapia son idénticos
durante al menos los primeros 20 años después de la intervención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario